Qué pensarías si te dijera que la calma es la única manera de mantenerme viva.


Uno de los instintos más primitivos del ser humano es huir.  Huir del peligro, huir de los problemas,huir de lo que no nos gusta... Pero, hay algo, una única cosa, de la que no podemos huir y que siempre va a ser más rápida que nosotros: el tiempo.
Los segundos se hacen minutos y los minutos horas. A no ser que esté feliz, en el mejor momento del día o esté contigo,por que entonces todo estará patas arriba y una hora me parecerán diez segundos. 
Estamos siendo empujados constantemente hacia delante sin margen de errores. Si fallas será una muesca más en el camino. Y es triste ver como pasan las estaciones desde mi ventana y que las películas de Disney tomen otro sentido. Nos empuja a crecer y en ese punto estoy yo: dejando atrás la infancia, saliendo de la adolescencia y arrojada al mundo cruel  y real. 
Y esta agonía no me la quita nadie, ni tú con tus mejores sonrisas ni yo con mis mayores esfuerzos. Recuerdo hace un par de años que lo único que quería era crecer rápido y me hacía la mayor y madura y ahora... ahora siendo adulta sigo disfrutando como una niña cuando veo anunciarse una nueva película de dibujos o cuando mi hermanito me pide que juegue con él. 
Pero otra parte de mí, la que se está creando ya no pone esfuerzo en levantarse del sofá para salir a la calle a montar en bici o simplemente levantar la vista de mi móvil. 
Y ahora que es cuando tenemos que echarle un par de cojones a la vida me acobardo. Me da miedo el futuro, pero el que está aquí a la vuelta de la esquina. El que me manda lejos de quien quiero. Por eso me mantengo en calma, siendo paciente, esperando, para así  poder estirar las horas un poquito más.  Porque no quiero crecer, todavía no.

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